A. RUBIERA Javier Arenas Ramírez lleva más de tres décadas ejerciendo como ginecólogo. Es jefe de sección en Cabueñes y responsable de la consulta de embarazo de alto riesgo debido a su especialización en el diagnóstico prenatal. Además, lleva varios años involucrado en la nueva estrategia de atención al parto normal, -participando tanto en las comisiones que organiza el Ministerio de Sanidad como en las del Sespa-. De hecho, está considerado uno de los profesionales que colaboran de manera más activa en Asturias en la revisión de algo que se había convertido en práctica común: la «excesiva instrumentalización» en la atención al embarazo y al parto. A ese intento por recuperar la concepción más «fisiológica» de un proceso natural como es ése, le queda aún mucho por avanzar. La encuesta de salud realizada en Asturias a más de 3.000 mujeres, y publicada hace pocos meses, dejaba claro el alto grado de medicalización en la asistencia, el elevado porcentaje de prácticas como el rasurado, el enema previo o la inducción artificial al parto, así como la preferencia de las mujeres por la atención especializada.
-¿Que le ha pasado a la sociedad española con el parto?
-Digamos que se pasó de la desatención que había hace muchos años a que nos acostumbrásemos todos a aplicar controles y una altísima intervención médica.
-¿Qué supone la estrategia?
-Lo que plantea es la necesidad de adecuar las prácticas clínicas de atención al parto a todo aquello que esté basado en la evidencia, alejándonos de tópicos y centrándonos en las acciones que son de verdad beneficiosas. La idea de base es intentar desmedicalizar en la medida de lo posible un proceso que es fisiológico, que no es una enfermedad.
-¿El parto sin control?
-Para nada. El parto natural es muy controlado, pero se debe hacer con el mínimo de intervenciones posibles. Sólo se actúa cuando algo se desvía de la normalidad.
-O sea, que hay muchas rutinas que no servían para nada…
-Todo el mundo quiere tranquilidad y seguridad ante un acto médico, y la tecnología tenía algo que ver en todo ello. Pero, de una manera u otra, cuando intervienes tanto, puedes acabar viendo problemas donde no los hay yconvirtiendo en patológico lo que realmente no lo es. Eso no quiere decir que no siga habiendo embarazos de alto riesgo, problemáticos y patología. De lo que hablamos es de la mayoría inmensa de embarazos y partos que transcurren con absoluta normalidad.
-¿Cuál es el índice?
-Más del 80% no plantean ninguna problemática. La Organización Mundial de la Salud ya a principios del 2000 hizo una serie de recomendaciones y el punto de guía era recordar a los profesionales que debía haber una buena razón para intervenir, para hacer algo, en el curso de estos procesos naturales.
-¿Tan mal se estaba haciendo?
-No es cuestión de avergonzarnos, ni pensar que lo que se hizo era malo. Fue la medicina en la que nos formamos varias generaciones de profesionales, y creíamos en ella. Ahora creemos que hay que intentar reconsiderar un poco la prestación. Se estaba haciendo poca medicina basada en la evidencia y ahora esa evidencia ha demostrado que algunas prácticas son innecesarias y otras incluso inoportunas o perjudiciales.
-Ponga ejemplos.
-Voy a poner tres que van juntos y seguidos en el trabajo de parto: la administración de oxitocina, la monitorización continua y la episiotomía. En el parto era casi un axioma la administración de oxitocina rutinaria, que es el fármaco que aplicamos para conducir las contracciones y que sean más intensas, más regulares y, en suma, más efectivas. Digamos que no nos fiábamos de las contracciones de las mujeres y las reforzábamos, pensando que así acortábamos el parto, aún a expensas de hacerlo más doloroso. Pero se ha demostrado que no todos los partos requieren oxitocina adicional, que en muchos casos puede funcionar sólo con la que la mujer segrega de forma endógena.
-¿Y la monitorización?
-Ahora vemos que en los partos de bajo riesgo la monitorización continua es discutible. Puede seguirse el control por otros métodos: auscultación fetal intermitente, incluso monitorización intermitente. ¿Y eso qué supone? Pues que no obligas a la mujer a estar tirada en la cama todo el rato.
-Tercero: la episiotomía.
-Se pensaba que ese corte en la vulva favorecía mucho que las mujeres no tuvieran prolapsos genitales, desprendimientos de vejiga… Por eso se hacía casi de forma rutinaria. Esto se está cuestionando y sólo se debería hacer de manera selectiva. El caso es que la mujer es la protagonista del parto, y cada parto es diferente, lo mismo que las expectativas de cada mujer, la idea que tiene de ese momento, sus necesidades, exigencias y deseos. Para mí puede ser el parto 5.000, pero para la señora a la que atiendo quizá sea el único, su gran momento. Y, por eso, si se pueden cumplir sus deseos, dentro de un orden, se deberían cumplir. Y todo sin disminuir ni un ápice la seguridad ni el control del parto, aplicando las medidas que se consideren adecuadas, no todo para todos.
-¿Hay sitio en esa estretegia para parir en el agua?
-Creo que se han malinterpretado algunos conceptos. A una mujer que tiene por delante unas cuantas horas de parto, que está tensa y dolorida, si le ofreces la posibilidad de darse una ducha caliente, o meterse en una bañera (en Cabueñes no tenemos, ni tenemos sitio para ella), seguro que la relajará, le gustará, y eso hará que disminuya las necesidades de analgesia. Esos efectos beneficiosos están demostrados y no tiene nada que ver con el parto en el agua. La idea es buscar más confort para las mujeres, pero sin jugar con los extremos.
-¿Y el parto en casa?
-Afortunadamente, ha pasado a la historia. El parto es natural hasta que deja de serlo y una mujer puede darte un susto intraparto de pistón, por eso tiene que tener un medio hospitalario que avale y le pueda ofrecer cualquier tipo de recurso.
-¿Y dónde queda la epidural en el parto natural?
-En el deseo de cada mujer, porque no está reñida con nada. El parto natural no significa que no se le puedan ofrecer a la mujer técnicas analgésicas, hasta ahí podíamos llegar… Otra cosa es que algunas mujeres prefieran no utilizarlas y optar por otras de menor eficacia pero que valen.
-¿Qué otras?
-Por ejemplo, al acompañamiento eficaz tanto por la familia como por profesionales; favorecer los ambientes relajados y tranquilos, la posibilidad de deambulación, la pelota suiza… todo eso disminuye las necesidades de analgesia. Y, sobre todo, hay que dar mucha información.
-¿Los profesionales asturianos ya están cambinado la forma de afrontar el parto o aún queda mucho?
-Lo más importante es el cambio de mentalidad, tanto de profesionalaes como de las mujeres. Hay que ir poco a poco. Pero nadie piensa que sea traumático. Desgraciadamente los espacios físicos son los que son y los hospitales no van a cambiar porque nosotros veamos ahora la necesidad de tener unas salas de dilatación comunes, o sepamos lo bueno que sería que las mujeres tengan posibilidad de pasear, incluso de salir al jardín… Eso no lo vamos a mejorar. Pero se pueden hacer cosas. En Cabueñes no tenemos espacio físico para poner unas bañeras, pero sí que tenemos solicitadas unas duchas, que nos las van a poner, para que las mujeres puedan relajarse media hora bajo el agua después de llevar unas cuantas horas tirada en la cama sudando y con dolor. Y ya se verá cómo les presta una duchina…
-¿Dónde se va a poner?
-En la sala de dilatación. Ya las tenemos concedidas, pero aún dependemos de unas pequeñas obras en la sala. También hemos cambiado las mesas de dilatación. El año pasado se adquirió una mesa multifunción, que son muy agradables para parir porque te permiten adoptar la postura que quieras, favorecen los cambios posturales… aunque sólo haya una en los dos paritorios, por algo se empieza.
-¿Ante el embarazo también se avecinan cambios?
-También ahí hay evidencias que deben llevarnos a cambios. Por ejemplo, en embarazos de bajo riesgo el control por las matronas es casi mejor que por un médico. Nosotros hacemos ecografías, supervisamos, pero no haría falta mucho más. Yo creo que el gran protagonismo, tanto en la atención al embarazo como en el parto normal, hay que devolvérselo a la matrona.
-Cabueñes vuelve a cerrar el año con una tasa de cesáreas del 16%. Eso es muy bueno, ¿no?
-Cabueñes tiene unas tasas de cesáreas envidiables en Asturias y que tienen muy pocos equipos en España.
-¿Tan desaconsejables son esas cirugías?
-No tienen por qué ser intervenciones complicadas, ni mucho menos, pero el parto por cesárea cambia la mortalidad, cambia los efectos a largo plazo, si tiene que parir otra vez la mujer tiene una condición que la va a limitar… No deja de ser un parto más traumático.